jueves, 23 de diciembre de 2010

LOS FIEROS GALOS.

Los galos se llaman a sí mismos Celtae y los romanos les llamaban Galli o Gálatas. Aunque todos son de origen celta, para distinguirlos llamamos galos a los que se quedaron en la Galia (Francia) y Celtas a todos los demás, pero que son de la misma procedencia.
Los galos (o celtas) se extendieron por toda Europa desde siglos antes de la llegada de los romanos. Eran gentes en continua migración, habitaron lo que hoy es Francia, Bélgica, el oeste de Suiza y las zonas de Holanda y Alemania al oeste del Rin, y una franja aun poco determinada de este último país, a la orilla derecha del río.

La Galia era un vasto territorio habitada por numerosas naciones que a menudo se hacían la guerra entre sí, como cualquier civilización de la antigüedad. Los galos eran un pueblo bárbaro, no eran un pueblo unificado, eran tribus que no tenían conciencia de grupo. Los galos eran valientes en el combate, trabajadores, supersticiosos y muy religiosos. Temían ante todo una cosa, que el cielo se les viniera abajo.

Se agrupaban en clanes que buscaban la protección de algún noble. Los grupos de clanes formaban las tribus. Esas tribus eran regidas por magistrados anuales elegidos entre los nobles. Los nobles basaban su poder en la fuerza de las armas y en el número de clientes que conseguían reunir a su alrededor y que, dado el caso, les apoyaban con sus armas.
Existían entre los galos tres clases bien diferenciadas entre sí; Los druidas, los nobles y el pueblo. Las gentes del pueblo no tenían derecho a ser consultados ni a tomar parte en las asambleas. Los nobles toman parte en la guerra y según su nacimiento y su fortuna, tenían de su parte mas o menos apoyo militar.

Los druidas eran la otra clase social de los galos, una clase sagrada que requería años de estudio intenso para poder formar parte de ella. Ellos se encargaban de la educación de los jóvenes y todos les tenían un profundo respeto. Se les consideraba los más justos entre los hombres y por ello se les confiaba los juicios. Se dedicaban a los oficios divinos, hacían sacrificios humanos y practicaban las ciencias de la naturaleza, se consagraban a la parte moral de la filosofía.

Los galos eran habilidosos en la elaboración de los metales, verdaderos maestros del cuidadoso trabajo con el oro. Forjaban armas de excepcional calidad, entre las cuales destacamos las largas espadas celtas, los escudos, la cota de mallas, los yelmos...eran excelentes forjadores. Los Romanos copiaron en armamento a los galos.

Eran gente de tez clara y con largos cabellos que acostumbraban a llevarlos sueltos o bien anudado en trenzas, era común que se dejasen largo el bigote, de tal modo que les tapase la boca aunque muchos la acompañaban con una corta barba.
Los galos se vestían con sayo, con pantalones bombachos y blusas con manga. Utilizaban una manta de lana y en invierno capa de pieles. Les gustaba usar alhajas (collares, brazaletes, pectorales, hebillas, etc. ), por lo general de bronce, pero también de oro. El calzado era sencillo, de tipo mocasín o sandalias que se ataba al pie con correas, también botas de cuero sin curtir, con bonitos adornos, los sacerdotes vestían amplia túnica y capa de color blanco.

Los galos eran pendencieros y se lanzaban continuamente desafíos para entablar lucha pues no tenían miedo a la muerte, debido a la creencia de que sus almas son inmortales. No practicaban la escritura y es por eso por lo que destacaban en el arte de la oratoria, y en la poesía y música, adiestrados por los bardos, quienes les enseñaban la historia de los antepasados y los mitos célticos.

Hay una cosa que resultó ser fatal para los galos; su desunión. Como hemos apuntado antes, la única cosa que unía a los galos fuertemente era la religión, pero ni siquiera ese vínculo fue lo suficientemente fuerte para unirlos, y era frecuente las continuas guerras entre diferentes naciones celtas de la Galia. Sus vecinos del otro lado del Rhin, los germanos, sabían de esta debilidad y no podían dejar de pensar en como podían aprovecharse de la desunión de sus vecinos. Ya, a finales del siglo II a.C., cimbrios y teutones, que eran pueblos germanos, hicieron correrías y devastaron parte del territorio galo. Hacia el año 72 A.C, Ariovisto, rey de los suevos, venció a los celtas galos en la batalla de Admagetobriga y ya para entonces estaba en la mente del cabecilla germano una invasión al territorio celta. La chispa fue de nuevo la desunión de los galos, que no supieron ver las intenciones del germano. Los Arvernos y Secuanos, ambos pueblos celtas de la Galia, fueron a pedir ayuda a los germanos de Ariovisto para su lucha particular contra los Eduos, otro pueblo celta. Al verse perdidos, los Eduos recurrieron a otro aliado distinto: ROMA
Y Roma acudió en ayuda del pueblo Eduo. Sin embargo, el destino de la Galia estaba sentenciado. Serían invadidos, sí, pero no por los germanos, sino por aquellos qué acudieron como amigos. El hombre que tan hábilmente entró en esta contienda se llamaba...Cayo Julio César.
Y con él en escena dio comienzo la cruenta y larga guerra de las Galias.


Las figuras:
Aquí muestro la ilustración escogida por mi, para la realización de una escena de galos. Para mi como escultor y aficionado a las miniaturas militares (en especial de la antigüedad y edad media), considero una fuente de inspiración las ilustraciones de Angus Mcbride para el miniaturismo. Me he planteado la realización de todas aquellas ilustraciones de este autor que me gusten, para así practicar el modelado de figuras a escala y como no engrosar mi vitrina.



Las figuras están todas modeladas desde cero a excepción del caballo que es una transformación de un caballo de Historex. Estoy utilizando dos tipos de masilla, la milliput (de color verde claro) y una mezcla de Fimo + Super Sculpey (verde oscuro).



Las cabezas están realizadas en Fimo + Sculpey de la siguiente manera:

Primero tomo una bola de Fimo + Sculpey y una figura. Luego a la figura le coloco la bola en la cara y aprieto contra ella para dejar impresa en la masilla la cara de la figura. A continuación meto en el horno la bola de masilla (molde), para endurecerla.



Luego una vez endurecido el molde obtenido en el paso anterior, paso a coger otra bola de masilla ( fimo + sculpey o milliput) y por presión saco una copia del molde. Después se retoca la copia o se le añade o quita según se desee.


Detalles las figuras:

No hay comentarios:

Publicar un comentario